Benito Pérez Galdós fue un escritor nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 10 de mayo de 1843, y es considerado uno de los mejores exponentes de la novela realista del siglo XIX a nivel mundial.
Fue tanto su impacto que, según muchos, es también considerado el segundo mejor escritor español de todos los tiempos (solo superado por Miguel de Cervantes).
Fue el décimo hijo de una familia grande y de su padre heredó el gusto por los relatos históricos, debido a los cuentos que le relataba sobre la batalla de independencia en la que él mismo participó cuando era pequeño.
Galdós estuvo nominado al Premio Nobel de Literatura y fue parte de la Real Academia Española. Su escritura pretendía salirse del romanticismo que se venía exponiendo para ir hacia un estilo más psicológico, dando así paso al naturalismo.
Galdós usaba una técnica para sus relatos que era la de curiosear conversaciones ajenas y lograr encontrar así un diálogo más fresco, natural y dinámico en sus textos. Solía escribir a lápiz durante larguísimas horas y sus autores favoritos eran Shakespeare, Cervantes, Dickens, Lope de Vega y Tolstói.
Entre sus obras más destacables están: Fortunata y Jacinta, Doña Perfecta, Misericordia, El caballero encantado, Trafalgar, Gerona, El equipaje del rey José, El terror de 1824, el libro de Episodios Nacionales para niños y diversos cuentos, ensayos, memorias y tesis. En sus obras se exaltaba muy a menudo la figura femenina, algo no muy común por aquel entonces.
Galdós llegó a escribir también algunas obras de teatro, como La Loca de la casa, Bárbara, Alma y Vida, El Abuelo, Casandra, Sor Simona y El Tacaño Salomón (algunas de estas eran adaptaciones de sus libros).
También fundó el periódico La Antorcha, colaborando además en El Ómnibus, La Nación, Revista del Movimiento Intelectual de Europa, La Ilustración de Madrid, Revista de España, El Imparcial, El País y muchos otros.
Pero Galdós no lo pasó muy bien durante sus últimos años de vida. Comenzó a quedarse ciego con el tiempo, lo que dificultaba enormemente su trabajo, y dedicó sus últimos momentos a la política y al teatro.
Falleció el 4 de enero de 1920 en su casa de Madrid con escaso reconocimiento en un principio. El propio José Ortega y Gasset denunció públicamente el olvido que se le había dado a Galdós, diciendo que por su trayectoria como político, escritor y cronista, merecía mucho más de lo que había recibido. Un día después de eso, alrededor de 30.000 personas estuvieron acompañando su ataúd hacia el cementerio de la Almudena, con todos los teatros de luto y todas las funciones canceladas durante aquella noche en señal de respeto.
