Cien años con Platero

Cien años con Platero


Dedicatoria : Platero y yo

¿Quién no ha pronunciado en alguna ocasión la frase: Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón…? Es probable que muy pocos, y quien no la haya pronunciado, es casi seguro que habrá tenido ocasión de poderla escuchar. Y es que aquel burrito tan entrañable, descrito por Juan Ramón Jiménez casi con la misma realidad que si hubiera podido observarse, cumple ya cien años a nuestro lado.

Nunca se planteó Juan Ramón Jiménez que Platero fuera un libro para niños, y sin embargo, con el tiempo se convirtió en una de las obras esenciales para ellos, regalada por padres o abuelos, o enseñada en la escuela, debido a su importante contenido didáctico y a sus sencillas palabras. Juan Ramón reivindicó la injusticia y desigualdad social de su época, a través, por ejemplo, de niños hambrientos obligados a trabajar como si fueran adultos. Pero a Juan Ramón tampoco le pasaron inadvertidos otros asuntos de vital importancia social, como el de la envidia, la crueldad, o incluso, la maldad humana reflejada en temas como el del maltrato animal. Todo es plasmado en una obra que recoge la ideología y la esencia natural de la Institución Libre de Enseñanza desarrollada en España durante la vida del escritor, y concretamente, hasta el inicio de la guerra civil. Un proyecto pedagógico basado en su fuerte compromiso por la renovación social y cultural, con escuelas libres y tolerantes alejadas de cualquier tipo de fanatismo. Todo aunado en una suma de lo que podrían ser, recuerdos de infancia del escritor onubense. Una infancia que recrea muchos elementos de la que fuera su tierra natal, Huelva, a través de las costumbres, de un vocabulario particular que emplean sus personajes, o a través de los animales, como Platero.

Juan Ramón Jiménez no escribió Platero pensando en los niños, pero no porque lo escribiese enfocado al mundo adulto ni nada parecido, sino porque no creía en la necesidad de escribir para los niños libros especiales. Entendía de tal forma la inteligencia de los más pequeños, que no creía necesaria hacer esta salvedad, y por tanto, los veía plenamente capacitados para leer (y salvo excepciones lógicas) los mismos libros que los adultos. Qué duda cabe que su pensamiento marchaba plenamente en consonancia con sus actos, porque Platero y yo es un libro excelente para los niños (a pesar de su crudeza), por su inmenso vocabulario, por el amor que desprende a los animales, o por su búsqueda de la igualdad social.

Quién no se enternece viendo a un burrito y se acuerda de Platero…Celebramos hoy su centenario, aunque tendrá lugar concretamente el día 25 de este mes. Sin duda, un día perfecto para regalar a los niños una obra esencial.

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