Cuento: La hechicera del bosque

Cuento: La hechicera del bosque



 Cuento de Valeria López Rojas, de 15 años, natural de Barcelona (España)

 La hechicera del bosque



En un lugar muy profundo, en el bosque, había una hermosa cabaña de dos pisos hecha totalmente de madera. Esta cabaña del bosque estaba cerca de un pequeño pueblo llamado “Olivos”, donde vivían muchas personas que se conocían de toda la vida. En aquel lugar corría el rumor de que la mujer que habitaba aquella hermosa cabaña de madera, era una hechicera muy mala que obraba toda clase de maleficios a aquel que se atreviera a entrar en sus dominios. Por esa razón, nadie nunca se acercaba por aquel lugar.

Un día cualquiera, mientras unos niños recogían hojas para hacer una tarea de la escuela, uno de ellos, sin saber nada sobre la leyenda de aquella cabaña, entró al patio a tomar alguna de las grandes hojas que estaban esparcidas en el suelo. Sintió tanta curiosidad por aquella casa, que no pudo evitar acercarse a una de las ventanas. Pero todo estaba muy oscuro dentro y no pudo ver nada. Él quería saber lo que había ahí dentro, pensó que quizás estaba abandonada y entró en la casa.

Miró en todas direcciones pero la casa estaba oscura y en silencio, a pesar de estar muy limpia no parecía que nadie viviese ahí. Exploró un poco más aquel lugar, cuando de pronto, divisó en la cocina a una viejecita que removía con la cuchara un caldero que estaba junto al fuego. Se acercó con mucho cuidado y le tocó en el hombro:

  • Buenas tardes, señora –Dijo el chico un poco apenado por haber entrado de esa manera a la casa de la señora.
  • Hola muchacho -Respondió ella sonriendo – ¿Qué haces aquí? ¿No tienes miedo?

 La anciana estaba encorvada por los años, en la cara había muchas arrugas y, cuando sonreía, sólo se veían un par de dientes.

  • No señora –Contestó confundido el niño, y luego se disculpó por haber entrado de esa manera.

La señora se puso tan contenta por la compañía de aquel jovencito, que lo invitó a almorzar sopa. Mientras comían, la viejecita le contó que de joven había sido un hada buena que ayudaba a los demás con su cucharon mágico, pero cuando se hizo mayor y su cara comenzó a arrugarse, todos las personas comenzaron a llamarla bruja, por lo que ahora no podía ir al pueblo y se había acostumbrado a vivir sola en aquella cabaña sin salir mucho, esperando alguna visita que le alegrara el día.

Aquel día él había ido a visitarla casi sin saberlo, y había sido tan amable con la ancianita que le dijo que pidiera un deseo y se lo concedería. Y el muchacho de buen corazón, viendo a la anciana tan contenta por su visita, le pidió que su jardín se convirtiera en un parque infantil para niños, para que él y sus amigos pudieran ir a jugar todos los días después del colegio a aquel bello lugar y la abuelita no estuviera sola nunca más.

La señora tomó su cucharon mágico y lo movió en el aire con energía. De pronto, a través de la ventana, apareció un parque colorido.

Después de ese día, todos los niños después de clase iban a aquel lugar a jugar y comían las meriendas que hacía para ellos la vieja hadita, que dejó de ser temida por todos para siempre.

 

casa


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