Cuento: La moneda mágica

Cuento: La moneda mágica

Nueva colaboración de nuestra amiga Pilar Holguín González. ¡Muchas gracias!


La moneda mágica



Marusa es una niña pobre, muy pobre, que cuida de sus dos hermanos pequeños porque su papá, que era marino, no regresó hace cinco años de una travesía y su mamá está todo el día fregando suelos para ganar unas monedas.

Marusa contempla todos los días los deliciosos pasteles que se exponen en los escaparates de las pastelerías y huele esos deliciosos aromas, que salen de todas las tiendas donde hay comida.

Es época de Navidad y, algunas veces, se planta delante de los grandes almacenes para ayudar a la gente que va cargada de paquetes, por si la quieren obsequiar con alguna moneda pero… ¡No! Le dan las gracias y rehusan su ayuda, ¿quizás porque no va bien vestida y sus ropas tienen remiendos?

Hoy se le ha hecho un poco tarde y la noche ha llenado el cielo de preciosas estrellas. Al contemplarlo, ve una que brilla más que las demás, cierra los ojos y pide un deseo:

  •    ¡Por favor, ayúdanos, estrellita!

Cuando los ha vuelto a abrir había una moneda reluciente a sus pies. “¿Será de oro?”, se dice. Y la coge con su manita mirando a todos lados.

  • ¿Quién me la habrá dado? Como tenía los ojos cerrados no he podido darle las gracias…

Y Marusa se va a casa apretando su moneda y, muy contenta, la mete en una cajita de madera que le regaló su papá. Ya mañana se la enseñará a su madre.

Cuando se levanta por la mañana para preparar el desayuno a sus hermanos y hacer su cama, abre la tapa de la cajita y:

  • ¡Oh! ¡Hay dos monedas! Cogeré una y compraré leche y magdalenas para el desayuno.

Sus pequeños hermanos podrán comer hasta quedar satisfechos.

Marusa mira las manos agrietadas de su madre y decide gastar la moneda que le queda en unos guantes para ella. Levanta la tapa de la caja y… ¡oh! ¡Sorpresa! Vuelve a haber dos monedas. Coge una y marcha a comprar los guantes. Es posible que le sobre para comprar bufandas para sus hermanos, será su regalo de Navidad.

Cuando regresa a casa llena de alegría, ve a un niño sentado en las escaleras de la iglesia con su manita extendida y siente tanta pena, que decide obsequiarle con la moneda que le queda en la caja.

Ya en su habitación, cuando la abre, otra vez hay dos monedas de oro. Contempla la moneda en su mano y cierra despacio la tapa y, al abrirla de nuevo…

  • ¡Plof! De nuevo dos monedas. Hoy podrá comprar comida.

Las lágrimas asoman por sus ojitos. Sale a la calle, busca al niño y le obsequia con una de las monedas y con la otra compra alimentos para ese día. Se entretiene demasiado, se ha hecho de noche, y sus ojos buscan la estrella brillante en el cielo.

  • ¡Ahí está! – De pronto parece que la estrella parpadea y, sí, es la cara de su papá que le sonríe -¡Gracias papá, ahora sé quién me regaló la moneda mágica!

Y Marusa, que es una niña muy generosa, busca todos los días a una persona que esté necesitada, le regala una moneda mágica y ya nunca más les ha faltado qué comer en su casa.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

monedas magicas


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1 Comentario

  1. Paula

    Muy hermoso cuento

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