Pilar Holguín González comparte con nosotros una nueva historia llena de emoción y cariño.
Unidas por un deseo
Os voy a contar la historia de dos niñas que vivían en países distintos, bueno, incluso en diferentes continentes.
A Dorinda le gustaba mucho dibujar, y se pasaba horas y horas entretenida con sus colores y haciendo maravillosos dibujos. Le hubiese encantado saber escribir cuentos y después ilustrarlos, pero ella sólo sabía dibujar.
A Mariola, en cambio, le pasaba lo contrario: escribía unos cuentos muy originales, pero como no sabía dibujar siempre le parecieron incompletos.
Un día en el que escribía una historia de animales, se le ocurrió contarle su deseo a una ardilla que era su amiga desde hacía mucho tiempo.
- Si tú pudieras, ardillita, encontrar una ilustradora para mis cuentos… sería genial y podría contar historias a todos los niños del mundo.
Avellana, que así se llamaba la ardilla, escuchó con atención y se puso manos a la obra, pues había oído hablar de una niña argentina que dibujaba como los ángeles, y decidió hacer realidad el sueño de su amiga española.
Pasó el tiempo y Mariola se preguntaba qué habría sido de Avellana, pues hacía meses que no acudía al parque… Nunca hubiese imaginado que su intranquila amiga, saltando de árbol en árbol y llevando una hoja de papel, hubiera llegado al otro extremo del mundo con uno de sus cuentos.
Desde lo alto del abeto contemplaba a Dorinda dibujar un precioso arco iris, y decidió dejar caer la hoja de papel…
Cuando la pequeña ilustradora leyó aquel cuento, deseó con toda su alma darle vida con sus dibujos. La ardilla cogió uno de éstos y vuelta a saltar de rama en rama, en camino inverso.
Ya de regreso a su bosque, buscó a Mariola que escribía una historia nueva y realizó la misma operación, dejó caer la hoja con los dibujos y…
- ¡No me lo puedo creer! ¡Éstas son las ilustraciones que siempre deseé para mis cuentos!
- ¡Oh, Avellana! ¿De dónde las has sacado?
Pero claro, la ardilla no sabía hablar, y Mariola observó una firma en la ilustración que la llevó con el tiempo a ponerse en contacto con Dorinda. Hoy ambas se dedican a hacer cuentos juntas para todos los niños de todo el planeta y, ¿sabéis? son tan buenas amigas que han adoptado a Avellana, que las mira cómo trabajan mientras se pone morada a comer su fruto favorito. ¿Adivináis cuál es?
Colorín, colorado, este cuento ha terminado.
Deseo que pronto encuentres a Dorinda y puedas publicar. Eres genial.
Rosa, encontré a Dori, que me ha dibujado dos libros de cuentos ya publicados, gracias por tu comentario de apoyo.
Mi mamá era escritora. Cada mañana levantaba con ideas e ilusión nuevas. Aunque escribía poemas también algunos cuentos que ella ilustró. Hace falta una gran compenetración entre escritor e ilustrador.. Dos artistas y un hilo conductor ligero cual AVE..
SENCILLO CÓMO TÚ LO VES.
Eres maravillosa, tus comentarios me animan a seguir escribiendo, quiero agradecer a tod@ s, los que aportáis una nota, que siempre es de apoyo. Gracias a todos.