La máquina que parecía un pájaro

La máquina que parecía un pájaro

Cuento: La máquina que parecía un pájaro

 

Lucas y Valeria eran dos hermanos, de edades similares, que se aburrían siempre mucho. Ambos eran pequeños y muy activos y curiosos, por lo que no soportaban estar sin hacer nada. Un día, sin embargo, se aburrieron casi como nunca, pues ni entre los dos encontraban muy bien qué hacer. Viéndolos tan aburridos, mamá se acercó y les dijo que, si no iban a hacer nada en casa, bien podrían irse a caminar y tomar un poco de aire fresco.

A los pequeños no les pareció mala idea y salieron a dar un paseo por la zona. Así, mientras caminaban por el vecindario, se encontraron con una máquina extraña que casi se choca con ellos. Aquella máquina tenía alas plegables, como las de un pájaro, y una cabina en la cual parecían caber dos personas.

Los niños eran tan curiosos que no pudieron evitar subirse y una vez dentro, y casi sin darse cuenta, el pequeño Lucas apretó un botón que decía «Inicio», cuando de pronto las alas de la máquina empezaron a batirse y comenzaron a elevarse, escuchando los lejanos gritos de alguien que les llamaba…

  • ¿Qué hemos hecho, Lucas? —Preguntó su hermana.
  • No lo sé —respondió él—, pero creo que, si logro volar bien este trasto, entonces podremos dar el mejor paseo de nuestras vidas… ¡Y eso suena muy divertido!

Aquella extraña máquina era como un avión, solo que, en vez de planear, sus alas se batían en el aire y eran las que lo hacían volar. También tenía un control de mando que estaba frente a Lucas, con una especie de timón con el que el piloto podía regular la dirección hacia la que moverse. De esta forma fue como los dos hermanos recorrieron todo el vecindario, hasta que de nuevo se aburrieron, claro está; momento en el que tomaron la decisión de ir un poco más allá.

 

La maquina que parecia un pajaro

 

Así, los niños recorrieron la gran ciudad de enormes edificios y grandes esculturas, que estaba cerca del vecindario en el que vivían. Pero al haber tantas cosas, volar era mucho más difícil, y lo cierto es que estuvieron a punto de estrellarse contra un gran avión, que volaba bajo porque iba a aterrizar en un aeropuerto cercano. Tras aquel susto, y después de recorrer toda la cuidad al completo, los dos decidieron ver el mar de cerca, recorriéndolo como si fueran una gaviota, casi a ras del agua. Y allí también tuvieron un buen susto, pues casi se estrellan contra un gran barco que recorría tranquilamente el mar. Y como ya lo habían visto todo, decidieron que era el momento de volver:

  • Seguro que el dueño de esta máquina ya la extraña y la está buscando —dijo Valeria.

De nuevo juntos, y tras estas palabras, los dos hermanos emprendieron el camino de regreso a casa con la mala suerte de que el combustible empezó a agotarse tras tantas vueltas, y una alarma roja empezó a parpadear dentro de la gran máquina con forma de pájaro.

  • ¡Oh, no! —Gritó Valeria— ¡Creo que no podremos llegar a casa, Lucas!
  • Yo creo que sí… solo hay que planear bien—respondió Lucas.

Y tal vez tenía razón, pues lo cierto es que de esa forma Lucas logró que la máquina pájaro se elevara alto, muy alto, pudiendo planear muy bien las alas hasta la tierra mientras el combustible se agotaba.

cuento La maquina que parecia un pajaro

Cuando llegaron al mismo rincón de la calle en el que se habían topado con la extraña máquina, comprobaron que seguía sin haber nadie allí, como cuando la encontraron, por lo que dejaron la máquina más tranquilos, yéndose rápidamente después para que nadie los viera. Sin embargo, poco antes de llegar a casa escucharon a sus espaldas una voz, que parecía tener un acento raro:

  • ¡Han roto mi máquina pájaro! ¡Quién habrá sido!

Y aunque los pequeños en el fondo querían disculparse y decir que no la habían roto, sino que solo habían terminado con su combustible, finalmente pensaron que lo mejor era no contar a nadie su gran aventura. Porque, como todas las grandes aventuras, a veces lo mejor es mantenerlas en secreto, porque no cualquiera creería que unos niños pequeños pueden pilotar una máquina con forma de pájaro.

Lo que es seguro es que, desde aquel día, ni Lucas ni Valeria volvieron a aburrirse nunca. Y es que, amiguitos, la imaginación es el mejor de los entretenimientos posibles.

 


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