Cuentos de estaciones: Daisy y la primavera
Érase una vez, en un hermoso jardín, un montón de flores de todos los colores y tamaños que se preparaban para dar la bienvenida a la estación más esperada: la primavera. Sin embargo, una de aquellas flores, una pequeña margarita llamada Daisy, no podía contener las ganas de que llegase. Así, se mostraba más impaciente que ninguna por conocer la magia de aquella famosa estación, pues era tan joven que aún no había tenido tiempo de vivirla. ¡Y sonaba tan especial!
Daisy vivía al lado de un agradable y fresco arroyo, donde el agua cristalina fluía muy suavemente, levantando un ligero rumor. Allí, todos los días la margarita miraba hacia el cielo mientras esperaba con ansias el momento en que el invierno se marchara y diese comienzo la primavera.
También observaba las ramas de los árboles comenzar a brotar, como cuando un rayo de sol acarició su delicado pétalo y le susurró al oído: “Es hora de despertar, querida Daisy, la primavera ha llegado”. Y Daisy se llenó de emoción, levantándose del suelo con sus hojas temblorosas de alegría y dándose cuenta de que el momento al fin había llegado.
Mientras esto ocurría, las abejas zumbaban muy alegres recolectando el néctar, las mariposas pintaban el aire con sus colores, y los pájaros entonaban melodías que animaban hasta a las almas más tristes. ¡Era todo un espectáculo de sonidos melodiosos y de color! La margarita Daisy se sentía muy agradecida por formar parte de aquel mágico renacimiento, y cada día crecía más fuerte, feliz y radiante, con sus pétalos blancos y amarillos brillando bajo el sol y llenando el jardín de su dulce fragancia.
Un día, mientras Daisy disfrutaba del suave rocío de la mañana, una pequeña mariquita se acercó a ella. Y no era una mariquita cualquiera, no, sino una muy simpática con puntos negros muy brillantes llamada Lucas, que había aterrizado de casualidad sobre uno de sus pétalos:
—¡Hola! —dijo Lucas—. Es mi primera primavera y quiero conocer todos sus secretos. ¿Quieres venir conmigo?
Daisy aceptó encantada, al sentirse en la misma situación, y juntos comenzaron a recorrer el jardín, descubriendo nuevas flores, insectos y animales. También pudieron aprender muchas cosas, como la importancia de las abejas en la polinización o cómo las mariposas danzan entre las flores y escuchan cada día el alegre canto de los pájaros.
Pero, a medida que iban explorándolo todo, Daisy y Lucas pudieron darse cuenta de que la primavera no solo traía belleza y alegría, sino la promesa cada año de nuevos comienzos y del crecimiento de numerosos seres vivos extraordinarios, como las mariposas. ¡Cada planta y animal tenía un papel importante en el delicado equilibrio de la naturaleza! Y con el tiempo, Daisy y Lucas se convirtieron en los mejores amigos del mundo y disfrutaron cada día de la vida y de la florida estación, aprendiendo y compartiendo su amor por la naturaleza.
Por su parte, Daisy se dio cuenta de que la primavera no solo era una estación, sino un recordatorio de que la vida siempre trae consigo nuevas maravillas. Por eso, cuando los días comenzaron a alargarse y el calor del verano asomó en el horizonte, Daisy no se sintió triste, pues había comprendido que la magia de la primavera no se desvanecía jamás. Y así, la delicada margarita y su fiel mariquita celebraron la vida, sabiendo que, mientras haya corazones dispuestos a florecer, la primavera siempre vuelve.
Hermoso cuento. Mis hijos ya se durmieron. Buenas noches