El espantapájaros misterioso

El espantapájaros misterioso

Cuentos de Halloween: El espantapájaros misterioso

 

En un pueblo pequeñito, rodeado de campos de maíz, había un espantapájaros al que todos los niños temían. Su figura atemorizante y desgarbada siempre estaba allí, vigilante, con su sombrero viejo, su ropa raída y una expresión inquietante en su rostro de paja. Los niños decían que estaba vivo, que por las noches sus ojos de botón brillaban y que, si te acercabas demasiado, te seguía con la mirada. “¡No vayas al campo de maíz por la noche! —decían—. ¡O espantapájaros te atrapará!”.

Y entre todos aquellos niños del pueblo, tan solo había una niña, llamada Lucía, que no creía en esas historias de miedo y que no temía al espantapájaros. Lucía era curiosa y valiente, y estaba decidida a descubrir la verdad sobre el espantapájaros. La pequeña tan solo quería saber si en verdad atrapaba niños tal y como decían, o si tan solo se trataba de un tenebroso objeto inanimado.

 

el espantapájaros misterioso cuento miedo niños

 

Así que, una tarde, cuando el sol comenzaba a esconderse y las sombras a alargarse, Lucía caminó hacia el campo de maíz seguida muy de cerca por la mirada de sus amigos, que no se atrevían a acercarse ni un milímetro. Al llegar, Lucía vio al espantapájaros inmóvil como siempre y en medio de todo aquel campo de maíz, con su sombrero inclinado y los brazos extendidos. Los otros niños la observaban desde lejos, pero demasiado asustados como para acompañarla. Lucía, en cambio, no dudó. Se acercó con paso firme y se detuvo justo frente al muñeco:

—¿Realmente estás vivo? —preguntó.

Para su sorpresa, el espantapájaros giró lentamente su cabeza hacia ella y, con una voz suave pero llena de misterio y tristeza, respondió:

—Sí, estoy vivo… o algo parecido.

Lucía dio un paso atrás ante la sorpresa, pero no huyó.

—¿Cómo es posible? —preguntó, tratando de entender lo que estaba sucediendo.

El espantapájaros suspiró y una brisa suave movió las pajas de su cuerpo.

—Hace muchos años, yo era un niño como tú —comenzó a explicar—. Vivía en este mismo pueblo, jugaba en estos mismos campos y era feliz, como suelen ser los niños pequeños. Pero un día, un malvado hechicero llegó al pueblo y me encontró jugando aquí solo, y me lanzó un hechizo terrible castigándome para siempre y convirtiéndome en este espantapájaros que ves. Desde entonces, me he quedado aquí, atrapado en este cuerpo seco y tenebroso y asustando a todos sin quererlo.

Lucía, un poco triste por lo que acababa de escuchar, miró de nuevo al espantapájaros y le preguntó:

—¿Y no hay alguna forma de romper ese hechizo?

El espantapájaros bajó la cabeza.

—Solo la verdadera amistad puede romper el hechizo —dijo lastimosamente—. Pero desde que tengo esta forma todos me temen…así que nadie ha querido acercarse a mí.

Y tras aquellas palabras Lucía sonrió, sintiendo que era hora de ayudar:

—Bueno, yo no te tengo miedo. Si la amistad es lo que necesitas, yo te ofrezco la mía —y tendió la mano al cabizbajo espantapájaros.

Entonces, al escucharlo, el espantapájaros levantó la cabeza lentamente mostrando un rostro tan diferente que casi parecía nuevo. Al poco, sus ojos de botón brillaron con una luz cálida, y una ráfaga de viento barrió el campo, levantando polvo y haciendo que Lucía cerrase los ojos. De repente, las pajas que formaban el cuerpo del espantapájaros comenzaron a volar en el aire y todo en el espantapájaros comenzó a cambiar.

Unos segundos después Lucía pudo abrir los ojos y observar con asombro cómo las pajas se habían dispersado, y frente a ella, donde antes estaba el espantapájaros, había ahora un niño de más o menos su misma edad, con una sonrisa tímida pero totalmente agradecida.

—¡Gracias! —dijo el niño, que ahora estaba libre del hechizo—. ¡Tu amistad me ha salvado y ya no tendré que asustar a nadie más!

 

cuento halloween el espantapájaros misterioso

 

Lucía no podía creer lo que había sucedido.

—Olvidé preguntártelo, ¿cómo te llamas?

—Ha pasado tanto tiempo que casi olvido que tengo nombre —respondió el muchacho—, me llamo Antonio.

—Pues un gusto conocerte, Antonio, y bienvenido al grupo.

Lucía entonces cogió la mano del niño y juntos caminaron de vuelta al pueblo. Los demás, que habían visto todo desde la distancia, no podían creer lo que veían. El espantapájaros ya no estaba y en su lugar estaba Antonio, un nuevo amigo.

Desde ese día, el niño que una vez fue espantapájaros vivió feliz en el pueblo, jugando con Lucía y los demás niños, y ya no hubo más miedo en el campo de maíz, pues las leyendas del espantapájaros embrujado se desvanecieron para siempre, surgiendo tan solo una vez al año con la misma fuerza que antaño durante la noche de Halloween.


Más contenidos


Enviar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *