Cuento navideño: Un amigo para Reyes

Cuento navideño: Un amigo para Reyes

Cuento: Un amigo para Reyes

 

Todo lo que José quería o esperaba de los Reyes Magos era un nuevo amigo, y se lo había confesado en secreto desde la ventana de su nueva habitación. Se había mudado recientemente de la ciudad en la que había nacido a otra nueva, dejando atrás a todos sus amigos. Esto quiere decir que en el lugar en el que había comenzado a vivir aún no conocía a nadie, así que se aburría mucho.

José quería salir a jugar con otros niños, pero era muy tímido. Sus padres le habían dicho que pronto haría nuevos amigos en la escuela, pero aún faltaban algunos días para que comenzaran las clases. De todas formas José no creía que hacer amigos nuevos fuera tan fácil, siendo él tan tímido y estando el curso escolar ya empezado.

En aquella ciudad a la que se habían mudado vivían también sus abuelos, que estaban muy contentos de poder pasar ahora más tiempo con su nieto. Poco antes del día de Reyes, José acompañó a su abuela a hacer algunas compras para una rica comida que pensaba preparar. Tras hacerse con todos los ingredientes, y justo cuando ambos volvían a casa con las bolsas llenas, se encontraron en el camino con un pequeño cachorro, que parecía solito o perdido.

—Seguro que se le perdió a alguien, pobrecito. —Dijo la abuela.

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Entonces, nada más verlo, José quiso llevárselo a casa. Sin embargo, como iba tan cargado no podía y su abuela tampoco, puesto que tenían las manos llenas de bolsas de la compra y congelados. Entonces a José se le ocurrió que quizás podría dejarle algo de comer para que al menos no pasara hambre. Y así, después de consultar a su abuela (que también estaba apenada por no poder ayudar al perrito), sacó un poco de comida de las bolsas para dejar al pequeño cachorro, y luego siguieron el camino a casa.

Pero José ya no estaba tranquilo y no podía dejar de pensar en el perrito y de hacerse miles de preguntas: “¿A quién se le habría perdido? ¿Acaso su dueño no lo querría? ¿Ya lo habría encontrado alguien más? ¿Por qué se perdería?” Al pequeño José esto le parecía muy curioso, porque era el único perrito sin hogar que había visto en aquella nueva ciudad y porque era un perrito cuya mirada daba mucha pena. Además, él siempre había querido un compañero canino y sentía que había perdido la oportunidad de tener uno, y tampoco tenía allí muchos amigos con los que pasar el tiempo.

Pensando en esto y en las enormes ganas que sentía de tener ya algún amigo con quien jugar llegó por fin el día de los Reyes Magos. Como José se había portado muy bien durante el año y le encantaba dibujar, los Reyes le obsequiaron con un cuaderno muy bonito con muchos lápices de colores. Al desenvolverlo José se puso muy contento con su regalo, y a aquella alegría se unió la abuela, que confesó tener otro regalo de su parte preparado para José:

—Pero este no es de parte de los Reyes, ¿eh? Este es de mi parte y espero que lo disfrutes y cuides mucho, porque no es un regalo cualquiera sino uno muy especial lleno de responsabilidad. —Dijo la abuelita algo seria pero contenta.

Tras aquellas palabras la abuela salió un momento de la casa y, al volver, trajo en brazos al perrito que habían visto solo en la calle, que se veía ahora más limpio y que tenía un collar nuevo de color rojo. Al verlo los ojos de José se iluminaron de felicidad, viendo que aquel perrito en el que tanto había pensado había sido rescatado por su querida abuelita.

—No podía dejar solo a este animalillo en la calle, así que volví al dejar las bolsas de la compra y lo rescaté. Pregunté por muchos sitios y al parecer no tenía dueño, por lo que pensé que sería una buena compañía para ti. —Dijo de nuevo la abuelita.

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— ¡Le voy a llamar “Salvador”! —Dijo entonces José muy contento— Porque aunque lo hayas salvado tú de la calle en realidad él me ha salvado a mi… ¡Tenía tantas ganas de tener un amigo!

Todos en la familia estuvieron de acuerdo en que el perrito se llamase Salvador y en que ahora fuese a formar parte de la familia. ¡Había sido una excelente decisión! Y más tarde esa noche, aunque José sabía que aquel era un regalo de su abuela, le agradeció a los Reyes Magos el detalle de haber escuchado su petición secreta.

Tiempo después, ya empezadas las clases, José no tardó en hacer nuevos amigos…Y es que Salvador había conseguido que se le fuera la timidez, pues el pequeño caminaba desde que le conoció seguro por todas partes en compañía de su fiel y mejor amigo peludo.

 


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2 Comentarios

  1. Miriam ortega

    Excelente historia, felicitaciones a las personas que salvaron al perrito

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  2. Teresa Gonzalez

    Es una linda historia para emprender la lectura a mis alumnos

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