El bosque de los sueños perdidos
Una noche, mientras la pequeña Emma se preparaba para dormir, se dio cuenta de algo extraño: no podía recordar el sueño que había tenido la noche anterior. Se esforzó en concentrarse y hacer memoria apretando los ojos con fuerza, pero no pudo recordarlo. El sueño se le había escapado por completo, y aquello la dejó muy intrigada, pero Emma, que siempre había sido una niña muy curiosa y aventurera, no quiso dejar el olvido pasar.
Más tarde, ya lista para irse a dormir, justo cuando estaba a punto de cerrar los ojos, una pequeña luz comenzó a brillar en su habitación. Se trataba de una luciérnaga, pero no una luciérnaga cualquiera, no; esta era una luciérnaga que tenía un brillo mágico, el cual llenaba toda la habitación con destellos de colores suaves.
- ¿Quién eres? —preguntó Emma con sorpresa.
- Soy Luz, una luciérnaga mágica. Estoy aquí porque noté que has perdido tu sueño y vengo a ayudarte a encontrarlo —dijo la luciérnaga con una voz dulce—. Conozco un lugar conocido como el bosque de los sueños perdidos, que es a donde van todos los sueños que las personas han olvidado. ¿Te gustaría venir conmigo?
Emma, llena de emoción, asintió, diciéndole:
- ¡Por supuesto! Quiero encontrar mi sueño.
Con un destello brillante, Luz llevó a Emma volando a través de la ventana de su habitación hacia el cielo nocturno, que parecía inmenso, como un gran camino por recorrer. Así, Luz y Emma volaron sobre montañas y ríos hasta que llegaron a un bosque iluminado por suaves luces que flotaban como pequeñas estrellas entre los árboles.
- Este es el Bosque de los sueños perdidos —explicó Luz—. En este lugar los sueños esperan ser encontrados nuevamente por quienes los han perdido.
Mientras caminaba por el bosque junto a Luz, Emma vio que no era la única buscando su sueño, pues había otros personajes en el bosque que parecían estar buscando algo, igual que ella. El primero era un osito de peluche gigante, que andaba de un lado a otro con una expresión preocupada, preguntando a cualquiera que pasaba por allí:
- ¿Has visto mi sueño? —Preguntaba el osito—. Recuerdo que era algo muy bonito, pero no puedo encontrarlo.
Emma sonrió y le ofreció su ayuda al pobre osito, y juntos caminaron entre los árboles hasta que, tras un rato, encontraron una nube suave y brillante.
- Quizás este sea tu sueño —dijo Emma al pequeño osito.
Al tocar la nube, el osito recordó de inmediato cuál era el sueño que había perdido: era un picnic lleno de miel y flores que había disfrutado como nada en el mundo.
- ¡Lo encontré! ¡Gracias por haberme ayudado! —exclamó el osito abrazando a Emma con gratitud.
A lo largo de su viaje, Emma ayudó también a otros personajes, como a un búho que había olvidado su sueño de volar alto en el cielo o a una ardilla que no podía recordar su sueño de coleccionar nueces doradas; y cada vez que ayudaba a alguien la pequeña sentía que estaba un paso más cerca de encontrar su propio sueño perdido. Finalmente, Luz guió a Emma hacia un claro en el bosque, donde flotaba una pequeña burbuja de luz similar a las demás burbujas que había visto durante el viaje, solo que esta era particular y Emma pudo reconocerla al instante:
- ¡Ese es mi sueño! —exclamó.
Al tocar la burbuja, la pequeña Emma lo recordó todo: el sueño que había perdido trataba sobre una gran aventura en un barco pirata, donde navegaba por mares de estrellas y descubría tesoros brillantes. Y con una gran sonrisa Emma agradeció haber podido encontrar su sueño en ese bosque creado para que los niños durmieran tranquilos. Gracias a aquel mágico viaje, la pequeña aprendió que los sueños nunca se pierden realmente, y que a veces solo necesitan ser recordados con el corazón abierto y un poco de ayuda. De esta forma, y muy agradecida por el apoyo de la luciérnaga, Emma volvió a su cama guiada una última vez por Luz y dispuesta a soñar bonito nuevamente.
Aquella noche la pequeña Emma durmió profundamente, sabiendo que sus sueños siempre estarían allí esperándola y que, si alguno se perdía, siempre podría volver al bosque de los sueños perdidos, donde los guardaban con mimo y seguro lo encontraría.