CUENTO DE SUPERHÉROES: Los pequeños héroes de Gotham

Los pequeños héroes de Gotham

Los pequeños héroes de Gotham

Los pequeños héroes de Gotham

 

Érase una vez, en la ciudad de Gotham, un pequeño niño llamado Óscar que era todo corazón. De hecho, a Óscar le fascinaba tanto todo lo relacionado con la justicia y la lucha entre el bien y el mal, que era un fanático de los cómics y de los superhéroes, aunque su favorito sin duda era Batman, que además era paisano.

Y así se pasaba el pequeño las horas cuando volvía del cole, leyendo las aventuras de todos aquellos personajes y sus increíbles hazañas, como las del “Caballero Oscuro”, con el que soñaba en convertirse algún día. Lo que no sabía Óscar es que ese día no se encontraba tan lejano como pensaba…Todo sucedió una tarde en la que Óscar jugaba en el parque junto a algunos amigos. De pronto, vieron a un gatito acorralado y muerto de miedo entre las piernas de otros niños que jugaban al balón. Los niños que le rodeaban no dejaban de burlarse de él, mientras le lanzaban la pelota de un lado a otro para marearle.

Y entonces Óscar, muy enfadado e indignado con el trato que aquellos chicos estaban dando al animal, corrió hacia ellos sin pensárselo dos veces y los frenó diciendo: «¡Dejad al gato e iros de aquí!». Y tal fue la determinación y la seguridad del pequeño, que los chicos no dudaron en marcharse al instante dejando al fin al gato en paz. Óscar recogió entonces al gatito y lo llevó a su casa para darle todo el cuidado que se merecía, así como para poder quitarle el gran susto que seguro se le habría quedado en el cuerpo.

 

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Al poco, Óscar se enteró de que aquel gatito no tenía dueño, por lo que decidió darle un nombre: «Lo llamaré Sombras». Y es que aquel gato tenía el pelaje muy oscuro, lo que hizo que enseguida Óscar recordase a su personaje favorito del mundo mundial, que no era otro que Batman.

A partir de entonces, Óscar cuidaba todo el tiempo del gatito Sombras, dándole comida, agua y mucho cariño. Sombras, por su parte, y aunque estaba muy agradecido, salía cada noche por la ventana a darse una vuelta, regresando al amanecer. Aquello sorprendía mucho a Óscar, pues no había pasado tanto tiempo de aquel episodio y parecía pronto para que ya hubiese recuperado del susto, por lo que decidió seguirle una noche para acabar con aquella intriga. Ataviado con su disfraz de Batman, que ya comenzaba a apretarle un pelín de los hombros, fue siguiendo durante toda la noche al gato hasta que llegaron a un callejón oscuro. De lo que no se percató Óscar es de que los dos iban por las azoteas de Gotahm como si nada… ¿Sería aquel disfraz de su héroe favorito el que le daba el poder?

Una vez en el callejón oscuro, Óscar se escondió detrás de una caja para observar a Sombras, momento en el que llegaron unos ladrones a toda velocidad, como preparando un robo. Y, justo cuando parecía que iban a escapar, Sombras saltó frente a ellos. ¡Qué increíble! ¡Aquel gatito parecía ser más que un simple gato! Y allí se quedó Óscar, ensimismado, observando las increíbles habilidades y los fascinantes movimientos de Sombras, que saltaba de un lado a otro poniendo en un verdadero aprieto a aquellos ladrones. Estos, asustados, huyeron despavoridos sin haber podido llevar a cabo su plan, y tras ello Óscar salió de su escondite diciendo: «¡Eres un héroe, igual que Batman!», y los dos se fundieron en un emocionado abrazo.

Desde ese día, Óscar y Sombras se convirtieron en un gran equipo y juntos lucharon contra el mal en la ciudad de Gotham, ayudando a muchas personas y protegiendo siempre a los más vulnerables. ¿Acaso le habría engañado aquel día para acercarse a él? Todo era un auténtico misterio, pero Óscar estaba encantado, por lo que le daba igual. Vivir en Gotham ya era algo muy guay, a pesar de no poder ver nunca al Caballero Oscuro por estar siempre tan ocupado, pero poder ser parte de aventuras increíbles fuera de los libros, era algo que no se podía explicar.

 

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Y así fue cómo la fama de Óscar y Sombras creció rápidamente y cómo los ciudadanos de Gotham se sintieron más seguros sabiendo que tenían a su propio Batman y su propio Robin para luchar contra todas las injusticias, lejos de las leyendas y de los libros. Óscar, por su parte, aprendió que todos tenemos potencial para ser héroes, sin importar nuestra condición o nuestro tamaño, pues solo hace falta valor y saber muy bien qué es o no lo correcto.

Y los dos mantuvieron vivo durante muchísimo tiempo el legado que Batman inició en su día en aquella ciudad…¡Ellos eran ahora los pequeños héroes de Gotham!


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