Fábula corta: Don Cangrejo y Cangrejín
Érase una vez dos cangrejos que vivían en la orillita del mar. Uno de los cangrejos era ya mayor, Don Cangrejo, y el peso de sus años solo podía compararse a la grandeza de su cuerpo. El otro en cambio, Cangrejín, era joven, debilucho y pequeño, pero también muy bello. A pesar de sus edades, los dos cangrejos gustaban de salir a pasear por la orilla del mar, sabedores de que muchos otros animalitos marinos se asomaban solo para poder contemplarlos. De manera que allí estaban las medusas, los peces, las estrellas de mar, los delfines…todos pendientes del desfile casi diario que realizaban estos pequeños animales.
Pero la actitud a la hora del paseo era muy distinta en el cangrejo viejo que en el cangrejo joven. Estaba tan orgulloso este cangrejo de sus años, de su robustez y de su apariencia, que caminaba siempre con aires de grandeza, sintiéndose más, incluso, que su propio amigo y acompañante. Tan arrogante podía llegar a ser su actitud, que un día, ni corto ni perezoso, decidió reprocharle a su amigo los andares que llevaba por la playa, como si anduviera cojeando y de costado.
- ¡Por qué no aprendes a andar como debe ser, cangrejo tonto!- le decía el cangrejo mayor- ¡Vamos a hacer el ridículo por tu culpa!
Qué tristeza sintió el cangrejo más joven al escuchar aquellas palabras. También se compadeció de su amigo, que en su afán de creerse mejor que ningún otro animal marino, ni siquiera era capaz de darse cuenta de que todos los de su especie andan de lado y con las patitas curvadas, para protegerse así de cualquier posible enemigo corriendo más veloces. Tan pendiente estaba el cangrejo viejo de sacar defectos a los demás, que no conseguía ver que él tampoco era perfecto.
Y es que amiguitos, como reza un famoso refrán, es muy, muy importante que, antes de ver “la paja en el ojo ajeno”, veamos “la viga en el propio”.
Didáctico y con moraleja, está bien.
me encanto
Me encantó le doy un 10,000000 ❤️