El león, la zorra y el ciervo

El león, la zorra y el ciervo

Fábula infantil: El león, la zorra y el ciervo

 

Un día cualquiera, un viejo león cayó gravemente enfermo y se tumbó en la oscuridad de su hogar, sufriendo en silencio sin poder moverse para conseguir su propio alimento. Entre sus escasos visitantes estaba la zorra, una criatura astuta y de confianza para el rey de la selva, quien se encargaba de llevar a cabo toda clase de tareas.

Al verla, el rey, con voz débil, le pidió ayuda:

  • Mi querida amiga, si realmente deseas que me recupere, usa tu ingenio para atraer al ciervo hasta aquí. Estoy deseoso de probar su carne y poder restablecer mi salud para seguir reinando.

La zorra, fiel a su naturaleza astuta, aceptó la misión y se adentró en el bosque, donde pronto encontró al ciervo brincando alegremente entre los árboles, ignorante del peligro que le acechaba.

 

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La zorra se acercó a él con una sonrisa y lo saludó con amabilidad:

  • Tengo noticias maravillosas para ti, amigo ciervo. Sabes bien que el león, nuestro rey, está gravemente enfermo. Me ha confiado un secreto importante: está pensando en quién podría sucederle en el trono cuando muera.

La zorra continuó con una voz llena de intriga y suspenso y mirando alrededor, como buscando descartar la presencia de otros, pues parecía a punto de decir algo muy importante:

  • Nuestro rey reflexionó sobre todos los animales del reino. Descartó al jabalí por su falta de inteligencia, al oso por ser distraído, a la pantera por su mal carácter y al tigre por ser un arrogante. Finalmente, decidió que tú, con tu elegancia, longevidad y poderosos cuernos, eres el más digno de todos para ser el próximo rey y protector del bosque.
  • ¿Estás hablando en serio?
  • Claro que lo hago… pero ¿qué me das por ser la primera en traerte tan importante noticia? Mi tiempo es valioso, ya que el león me llama constantemente como su consejera y además soy su amiga personal. Si sigues mi consejo, deberías ir conmigo a rendir homenaje al rey antes de que sea demasiado tarde.

El ciervo, cegado por la vanidad, aceptó la propuesta y siguió a la zorra hasta la cueva del león sin intuir el peligro. Al entrar, el león, famélico, se lanzó sobre él, aunque solo logró arañarle las orejas. Entonces el ciervo, asustado, logró escapar de un salto y se adentró en el bosque escondiéndose.

 

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Desesperada por su fracaso, la zorra se lamentó mientras el león, furioso y hambriento, rugía pidiendo que lo intentara de nuevo o, de lo contrario, sería ella misma la que ocupara el lugar del ciervo. Así la zorra salió en busca del ciervo, siguiendo sus huellas hasta encontrarlo descansando, pero cuando el ciervo la vio, se llenó de ira y gritó:

  • ¡Zorra traicionera! No te acerques a mí, pues ya no caeré en tus mentiras. Vete con tus promesas vacías a engañar a otros.

La zorra, sin perder la compostura, respondió con voz calmada:

  • Pero, querido ciervo, no seas tan desconfiado, si solo he querido ser tu amiga y cuidar de tus intereses. El león quería acercarse para darte instrucciones secretas, de esos secretos que un rey pasa a otro rey sobre cómo gobernar el bosque y sus habitantes de la manera más justa posible. No era más que un toque amistoso, y tú, en tu impaciencia, huiste asustado y te lastimaste con sus garras. Ahora está molesto y el león ha empezado a considerar al lobo como su sucesor, lo que sería una decisión atroz, pues el lobo es un ser cruel que destruiría todo el reino. Ven conmigo de nuevo, demuéstrale al león que eres digno y valiente. Te prometo, por este reino que nos rodea, que no tienes nada que temer. ¡Sé humilde y todo saldrá bien!

El ciervo, aún desconfiado pero seducido por las palabras de la zorra y la idea de ser el nuevo soberano, decidió regresar a la casa del rey. Pero esta vez la suerte no estuvo de su lado y, tan pronto como entró, el león se lanzó sobre él y lo devoró por completo, saciando su hambre finalmente. Sin embargo, en su festín, el corazón del ciervo cayó al suelo, y la zorra, viendo la oportunidad, lo recogió en silencio y se lo guardó para comerlo esa misma más tarde.

Al finalizar, el león, satisfecho pero curioso, notó la ausencia del corazón y le preguntó a la zorra:

  • ¿Dónde está el corazón del ciervo? Quiero comerlo también.

A lo que la zorra, con una sonrisa astuta, respondió:

  • Ese ciervo nunca tuvo corazón, querido león. ¿Qué clase de corazón podría tener un ciervo que, habiendo escapado una vez, regresó voluntariamente a las garras de un león?

 

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Y así, juntos se rieron del pobre ciervo y de su gran ambición, que le había cegado por completo y hecho caer dos veces en la misma trampa.

 

Moraleja de la fábula del león, la zorra y el ciervo

 

La moraleja de esta historia nos enseña que debemos ser siempre humildes y precavidos para no caer en engaños ni peligros innecesarios, como le sucedió al ciervo. Porque, aunque la vida presenta siempre ciertas amenazas naturales, como la de animales salvajes y fieros como el león o los zorros que necesitan alimentarse, siempre podemos poner de nuestra parte a la hora de minimizar los riesgos, lo cual no hizo el ciervo al pecar de incauto y dejarse engañar.


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