La emperatriz y la seda

La emperatriz y la seda

Leyenda china: La emperatriz y la seda

 

Érase una vez en China, hace mucho tiempo, un emperador y su esposa.

Ambos estaban muy enamorados el uno del otro, y el emperador quiso celebrar dicho amor construyendo un jardín tan hermoso que nunca se había visto otro igual.

Una vez construido, la mujer del emperador pasó mucho tiempo en el jardín, cosiendo y charlando con sus damas de honor. Así hasta que un día, mientras disfrutaba de un sabrosísimo té, un capullo cayó en su taza. Algo fastidiada por el hecho de tener que tirar el té sin haberlo degustado totalmente, la mujer de pronto observó que el capullo se deshacía en el agua:

— ¡El capullo se está abriendo y parece un hilo!– Gritó la mujer del emperador algo confundida.

 

leyenda china la emperatriz y la seda

 

Entonces, la mujer lo sacó cuidadosamente de su taza de té y llamó a su mejor costurera:

— Señora, esto parece el hilo de un gusano de seda–. Dijo la costurera, convencida plenamente de su opinión.

El hilo que producían los pequeños gusanos de seda era muy suave y fuerte, y por tanto muy apreciado en el mundo de las telas. De este modo, decidieron recolectar todo el hilo suficiente para confeccionar una preciosa chaqueta. Cuando al fin la tuvieron lista, pudieron comprobar que se trataba de una chaqueta hermosísima y única, por lo que todos en la corte del emperador querían tocar y tener algo de seda. Sin embargo, a los gusanos de seda les costó mucho tiempo hilar de nuevo su hilo sedoso.

Cuando la mujer del emperador vio lo que estaba ocurriendo, se apenó de los pobres y frágiles gusanos de seda. Eran demasiadas las personas que querían aquel valiosísimo material, por lo que decidió salvar a los gusanos pidiéndole al emperador que se enfrentase a ellas:

— ¡Atención! Debo comunicar y comunico que la apreciada seda que nos dan los gusanos tan solo podrá ser usada por mi familia–. Dijo el emperador, temeroso de la reacción de su corte.

La corte del emperador encolerizó pensando que su mujer quería apropiarse de toda la seda solo para poder lucir ella la calidad y la belleza de su tacto en lujosos vestidos, por lo que muchos abandonaron el palacio. Mientras, la mujer del emperador iba y venía, trabajando con sus propias manos en el jardín y ensuciándose sus carísimos vestidos, siempre con una sonrisa en la boca y como si guardara algún valioso secreto.

Con el tiempo fueron surgiendo en la antigua China granjas y granjas de seda, y desde lejos se apreciaba el olor de las miles de moreras que se habían plantado en el jardín de los enamorados, el emperador y su mujer, y en muchos otros lugares (incluso más allá de China) con su ayuda.

Las moreras eran el alimento favorito de los gusanos de seda, y la emperatriz se había tomado su tiempo para averiguarlo y para mimar a los gusanos en su jardín, con el objetivo de que pudiesen dar mucha seda a todo el mundo sin lastimarse ni fatigarse.

 

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Así, un buen tiempo después y tras un incansable trabajo, la gente recuperó la confianza en el emperador y su mujer, y fueron testigos del generoso acto que los emperadores habían tenido con su pueblo. A su vez, el pueblo les devolvió el favor con mucho entusiasmo, trabajo y amor…y no faltaron las fiestas, los suntuosos trajes de seda y las deliciosas tartas de mora en ningún rincón. Tampoco las mariposas, que muy felices crecieron orgullosas de su tesón y de sus orígenes.

 


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1 Comentario

  1. Yasay Barranco Lanziano

    Mi hija se la paso toda la noche leyendo y que hasta se aprendió el cuento

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