Debemos la invención del avión a los “Hermanos Wright”, que fueron unos pioneros del aire en el siglo XX que lograron el primer vuelo de avión impulsado, sostenido y controlado en el año 1903.

 

La infancia de los hermanos Wright

 

Orville y Wilbur Wright nacieron con cuatro años de diferencia, en diferentes ciudades, aunque compartieron su curiosidad sobre el mundo y un amor por los experimentos y los cambios que transformaran el mundo.

Wilbur nació en 1867 en una pequeña granja cerca de Millville, Indiana. En cambio, Orville nació en 1871 en una casa en Dayton, Ohio. Su padre era obispo en una iglesia, por lo que la vida en la casa de los Wright fue algo estricta. A pesar de todo, los padres de estos hermanos les rodearon siempre de libros y les apoyaron mucho para que disfrutasen de la escuela y pudiesen aprender lo máximo posible, pues estaban seguros de que solo así se podían hacer grandes cosas.

De hecho, la fascinación de Orville y Wilbur por el vuelo comenzó también gracias a ellos, tras un regalo que su padre les dio y que no era otra cosa que un juguete volador. Dicho juguete tenía un cuerpo de papel y otras partes hechas de corcho y de bambú, y los hermanos disfrutaron haciendo volar el juguete por su habitación tanto que lo hicieron polvo, pero en lugar de despedirse del juguete y olvidarse de todo, decidieron prometerse que algún día volarían como lo hacía él.

Así, con el tiempo ambos hermanos continuaron interesados ​​en las cosas mecánicas y en el mundo del vuelo. Orville vendía cometas en la escuela para ganar dinero y Wilbur pronto comenzó a leer todo lo que pudo sobre cómo volaban los pájaros y cómo funcionaban las máquinas. Sin embargo, aunque los hermanos fueron buenos estudiantes, ninguno se graduó en escuela secundaria, aunque lo cierto es que tampoco era muy habitual en aquella época.

 

El nacimiento de la idea del avión

 

A la llegada del nuevo siglo XX, los Wright habían fabricado cometas y mil artilugios más, pero como ya esto se les hacía pequeño, andaban inmersos en la idea de realizar cometas o aparatos capaces de permitir a la gente volar también en ellos y vivir la sensación en primera persona. Aquellos primeros experimentos se llamaron “planeadores”, y Orville y Wilbur construyeron uno o dos que eran lo suficientemente grandes como para que una persona se pudiera montar en ellos. Volaban gracias a la corriente de aire, y hacían posible que la persona pudiera viajar unos 10 segundos antes de que el planeador descendiera de nuevo a tierra.

Así que los Wright, que habían sido educados para luchar y no rendirse, querían más, mucho más, y construyeron un planeador mejorado que tenía un timón para conducirlo. A pesar de los avances todavía el planeador terminaba descendiendo demasiado pronto, así que pensaron en la idea de que un piloto pudiese controlar el momento en el que debiera aterrizar la máquina.

En un principio pensaron en motores como los de las fábricas, pero estos motores eran demasiado grandes, así que finalmente decidieron hacer un motor que fuera lo suficientemente pequeño y ligero como para impulsar uno de sus planeadores. No sería hasta el año 1903 cuando Wilbur Wright hiciese el primer experimento con el nuevo vuelo de un avión propulsado por el hombre, sin embargo, el experimento terminó en accidente. Una vez reparado, probarían de nuevo el vuelo el 17 de diciembre del mismo año, y entre los dos hermanos consiguieron que el avión se mantuviese en el aire 12 segundos en los cuales recorrieron más de 36 metros.

Ya era oficial… ¡los hermanos habían conseguido crear una máquina capaz de volar! Aunque eran tan incansables que probaron varias veces el vuelo el mismo día, logrando un recorrido final de 59 segundos en tiempo y una distancia de casi 260 metros.


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