Cuento clásico para niños: El príncipe y el mendigo | Bosque de Fantasías

El príncipe y el mendigo

El príncipe y el mendigo

Cuento clásico: El príncipe y el mendigo

 

Había una vez un niño llamado Tom Canty, que era tan pobre como un mendigo. Pero, a pesar de la pobreza en la que vivía Tom junto a su familia, el niño era muy feliz. Jugaba cuando quería, sus padres lo amaban y, especialmente, gozaba de muchísima libertad.

Un día Tom Canty decidió ir al palacio real, pues quería ver de cerca el cambio de guardia, y así lo hizo. ¡Qué espectáculo tan agradable! Y así Tom lo pasaba de lo lindo, hasta que los guardias se percataron de su presencia y lo increparon para que se fuera.

 

cuento clásico el príncipe y el mendigo

 

—¡Eh, tú! ¡Fuera! ¡No queremos mendigos en el palacio!

Entonces, cuando Tom volvía por donde había llegado, alguien le llamó diciendo:

—¡No te vayas! ¡Ven y juega conmigo!

Se trataba de un muchacho de la edad de Tom, que resultó ser el príncipe Eduardo Tudor. Tom se quedó a jugar con el príncipe, como habría hecho con cualquier otro niño, y después de un rato de divertirse el príncipe dijo:

—¡Oh, no sabes lo feliz que eres, Tom Canty! ¡A mí me gustaría ser tan feliz como tú! ¡En este palacio nunca puedo hacer nada y no me puedo divertir!

Mientras hablaban ambos iban caminando, cuando de pronto pasaron frente a un espejo, pudiendo verse los dos a la vez:

—¡Nos parecemos mucho! —Dijeron al unísono.

 

el príncipe y el mendigo cuento clásico

 

Al darse cuenta del parecido, Eduardo trazó un plan que le permitiría conocer todo lo que siempre había deseado conocer. Gracias a su parecido con Tom Canty se haría pasar por él, y mientras tanto, Tom se quedaría en el palacio fingiendo ser el príncipe. Y así se hizo, y Tom se lo pasó increíblemente bien comiendo deliciosos pasteles, poniéndose ropa linda y cómoda y siendo adulado todo el tiempo. Eduardo, por su parte, experimentó lo que se sentía jugando con otros niños, recibiendo las caricias de una madre o caminando por la calle sin ser vigilado por los guardias.

Todo iba bien y ambos se divertían con su pequeña aventura, hasta que uno de los rivales del rey, un conde muy envidioso, trazó un plan para derrocarle. Así, sabiendo que el rey se encontraba enfermo, encerró a Tom en una torre para hacerlo desaparecer pensando que se trataba del verdadero heredero, y confiando en poder quedarse así él mismo con el trono en cuanto el rey muriese.

Entonces, uno de los guardias de Eduardo Tudor que estaba al tanto de la aventura del príncipe, se dio cuenta de lo que sucedía y entendió que era momento de ir a buscar a Eduardo para que asumiera su responsabilidad de príncipe, pero Eduardo no quería. Había vivido muy contento con la familia de Tom Canty y lo menos que quería era volver a su antigua vida. Aunque, dándose cuenta del peligro en el que se encontraban el reino y su nuevo amigo, aceptó volver y ocupar su lugar.

El día de la coronación, cuando el conde envidioso estaba a punto de recibir la corona sobre su cabeza, Eduardo Tudor entró en la habitación haciéndoles saber que el príncipe no había desaparecido, sino que era él. Y así fue cómo Tom logró escapar de su celda, apareciéndose también en la sala.

—¡Se parecen mucho! —Gritaron todos los allí presentes al unísono.

Tras esto, y dado que el príncipe había vuelto, el envidioso conde no pudo llevar su plan a buen término, y Eduardo terminó por ser coronado como el nuevo rey a la muerte de su padre.

 

cuento el príncipe y el mendigo

 

Entonces, en agradecimiento al que había sido su único amigo, Eduardo le concedió a Tom el título de caballero, ayudándole a él y a su familia a salir de la pobreza, y manteniéndose siempre agradecido con el chico por haberle enseñado cosas que nunca habría podido aprender encerrado en el palacio. ¡Qué gran lección de amistad!


Más contenidos


Publicidad

Enviar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *