Fábula corta: La mosca y la polilla
En una noche cualquiera, en un rincón de un bosque, una pequeña mosca se encontró con una situación bastante pegajosa. Siempre hambrienta, había descubierto un frasco repleto de miel dorada y deliciosa y, sin poder resistir la tentación, comenzó a saborear el néctar dulce que adornaba el borde del frasco.
Pero, como suele pasar con las indulgencias, pronto perdió el control y se dejó llevar por el placer, alejándose cada vez más del borde del frasco y adentrándose en su interior. Lamentablemente, las patas y alas de la mosca quedaron atrapadas en la miel viscosa, convirtiendo su deleite en una prisión pegajosa.
En ese momento, una polilla pasó revoloteando cerca y observó la situación. Con aires de superioridad, se acercó a la mosca atrapada y dijo con un tono de crítica:
—¡Oh, mosca insensata, mosca insensata! ¿Fue tan grande tu apetito que ahora te encuentras atrapada en esta situación? Si hubieras tenido más autocontrol no estarías en este aprieto. ¡Deberías tenerlo en cuenta para una próxima vez!
La mosca, inmovilizada y sin poder defenderse, sintió el peso de las palabras de la polilla, que eran certeras y estaban llenas de razón. Sin embargo, en lugar de darse por vencida, continuó luchando por su libertad. Tras esto pasaron horas interminables en las que la mosca intentó liberarse de la miel que la atrapaba, mientras la polilla observaba desde su posición de aparente sabiduría.
Pero el destino tenía una lección preparada también para la polilla y, al rato, mientras esta continuaba observando desde su posición cómoda y satisfactoria, una chispa de curiosidad hizo que ella también se acercase demasiado a una fogata cercana. Fascinada por las llamas, la polilla comenzó a volar y a volar cada vez más cerca de ellas, hasta que sus alas se quemaron y su vuelo se volvió torpe e inestable.
La mosca, que había estado observando con atención, no pudo evitar una sonrisa irónica:
—¿Qué ha sucedido? —le dijo a la polilla—. ¿No eras tú quien me criticaba por mi voraz apetito? Sin embargo, parece que tu propia sabiduría no te impidió caer en la trampa del fuego…
La polilla, triste y con las alas chamuscadas, no pudo más que aceptar la verdad de las palabras de la mosca.
Moraleja de la fábula de la mosca y la polilla
Esta fábula nos recuerda la importancia de no juzgar a los demás sin antes mirar nuestras propias acciones, llevándonos a un análisis profundo sobre la crítica y la autorreflexión. Y es que a menudo, amiguitos, es fácil señalar las debilidades y errores de los demás, pero más difícil aún es el reconocer nuestros propios fallos. La mosca y la polilla, cada una en su momento, cometieron errores por falta de autocontrol, y la crítica de la polilla a la mosca se volvió un espejo cuando ella misma cayó en un error similar.
Entonces, ¿cuál es la moraleja de la fábula de la mosca y la polilla? Pues dicha historia nos lleva a preguntarnos: ¿cuántas veces juzgamos a otros sin considerar nuestras propias acciones? ¿Cuántas veces señalamos los errores de los demás como si nosotros nunca nos equivocásemos? Esto quiere decir que la fábula de “La mosca y la polilla” nos invita a reflexionar antes de tomar decisiones que puedan comprometernos a nosotros mismos o nuestra seguridad, y a practicar la empatía y el entendimiento antes de señalar con el dedo a los demás.
¡Reconocer nuestra propia humanidad y fragilidad nos hace más conscientes y comprensivos!