Tatú y la capa de fiesta

Tatú y la capa de fiesta

Leyenda andina: Tatú y la capa de fiesta

 

El altiplano andino es un lugar maravilloso y misterioso que comienza en el sur de Perú y se extiende hasta el norte de Chile y Argentina, pasando por Bolivia. En esta particular región de Sudamérica, hace mucho tiempo, en una época donde la magia formaba parte del día a día, se le daba mucha importancia a la primera luna llena que iluminaba el cielo durante el solsticio de verano, y para celebrarlo se hacía una gran fiesta.

De este modo, todos los animales estaban invitados a aquel maravilloso evento, que coincidía con la salida de la brillante luna. Las gaviotas eran las encargadas de llevar las invitaciones a cada criatura que habitaba en ese hermoso lugar, y así daba comienzo el festejo.

 

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El lugar elegido para esta magnífica fiesta anual era el glorioso lago Titicaca, un lugar hermoso y acogedor que siempre disfrutaba de la visita de los animales durante todo el año, pero que ese día se llenaba por completo y se iluminaba con los rayos de la luna. Ya que el lago estaba vivo y solía escuchar con atención todas las conversaciones que se producían, manteniéndose al tanto de todo cuanto ocurría en la región, era siempre el encargado de organizar la fiesta. Así los animales, llenos de alegría, se preparaban con entusiasmo arreglándose de la mejor manera posible. Sacaban sus ropajes más elegantes, acicalaban sus plumas o perfumaban su piel, deseosos de destacar en el momento de su entrada triunfal al evento.

Y para Tatú, un armadillo muy grande natural de los Andes, aquella fiesta también era un evento muy especial y, aunque ya había asistido en ocasiones anteriores, este año era aún más importante, pues se le había otorgado un título honorífico. Tatú deseaba que su entrada fuera realmente asombrosa ese día por lo que, tan pronto como recibió la invitación de las gaviotas, decidió tejer una nueva capa para lucir realmente hermoso en la fiesta.

 

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Aquella era una labor que requería mucho esfuerzo, ya que deseaba que fuera tan delicada como la telaraña que se forma entre las ramas de los árboles, y por ello Tatú trabajaba sin apenas descanso, hasta que un día se apareció un zorro para interrumpirle, un animal travieso que disfrutaba haciendo rabiar a los demás:

—Tatú, ¿qué estás haciendo?

—No me distraigas, Zorro —respondió el paciente Tatú—. Tu siempre distraes a los demás, pero yo hoy tengo mucho trabajo. Estoy haciendo una capa para la fiesta, que es muy importante para mí, y quiero terminarla a tiempo.

—¿Cómo? —dijo el zorro con malicia—. ¿Quieres llevar esa capa a la fiesta de esta noche? ¡Todavía te queda mucho trabajo entonces por hacer!

Aquellas palabras preocuparon mucho a Tatú:

—¿Estás seguro de lo que dices, zorro? ¿Qué la fiesta es esta noche? ¡No puede ser!

—¡Por supuesto que la fiesta es esta noche! ¡Si yo pensaba que lo sabías! No te dará tiempo, ya verás —dijo el zorro sonriendo de nuevo con malicia, pues disfrutaba causando daño a los demás. Y así, satisfecho, se alejó dejando a Tatú completamente angustiado y triste…

Tras aquellas palabras, Tatú se puso a llorar por la frustración que sentía, sobre todo al pensar que todo el trabajo que había hecho hasta ese momento había sido en vano. Momentos después, sin embargo, Tatú se dijo mientras se secaba las lágrimas: «No todo está perdido, ¡tiene que haber una solución para este problema!». Tatú era consciente de que tenía que pensar y hacerlo rápido en busca de una solución, dar con algo que le sacase de un aprieto…y fue así como a Tatú se le ocurrió tejer con hilos más gruesos para poder terminar mucho más pronto, aunque el resultado final resultase distinto. Y así, tras varias horas de trabajo, Tatú logró terminar a tiempo.

Llegada la noche oscura sobre el cielo del altiplano, Tatú se vistió con la capa que tanto le había costado y de la que se sentía tan orgulloso. Sin embargo, al salir a la calle y mirar al cielo, Tatú comprobó que aún no era la noche de la fiesta y de la luna llena. ¡Aún faltaban varios días para la celebración! ¡El zorro le había engañado!

Finalmente, cuando llegó el día de la esperada fiesta, todos los animales se quedaron maravillados con la capa tan original y bonita que lucía Tatú. ¡Una capa con dos tipos de hilos y hecha con gran destreza! Y tal fue la admiración que despertó su capa, que los demás animales le aplaudieron al pasar, haciéndole sentir muy orgulloso. El zorro, por su parte, al escuchar el aplauso bajó la cabeza y se escondió, avergonzado por lo que había hecho.

 

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Gracias a aquella experiencia Tatú entendió que siempre pueden surgir imprevistos en la vida, pero que si aprendemos a sortearlos con entusiasmo podremos aun así tener resultados maravillosos. Y así, con su capa única y original, Tatú brilló en la fiesta de la luna llena como nadie, dando un mensaje a todos sobre la importancia de adaptarnos a las circunstancias a pesar de todo, encontrando la belleza en lo inesperado y con el mejor de los ánimos posibles.


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