Cuento infantil: Los ayudantes de Santa Claus

Cuento infantil: Los ayudantes de Santa Claus

Cuento: Los ayudantes de Santa Claus

 

«Durante la Nochebuena, Santa Claus debe llevar regalos a todos los niños del mundo. Pero, como hay tantos niños en el mundo y Santa Claus es una sola persona, a veces recibe ayuda. Muchos afirman haber visto a los ayudantes de Santa Claus dejar los regalos debajo de su árbol de Navidad. Sin embargo, estos ayudantes no son como te lo imaginas, porque son tan pequeños como una mascota y se mueven mucho más rápido de lo que podría hacer una sola persona…».

Cuando el pequeño Jacobo escuchó esta historia de boca de Raúl, uno de sus amigos, pensó que le estaban tomando el pelo. ¿Cómo era posible que Santa Claus tuviera ayudantes? Si él era mágico y podía viajar alrededor del mundo, ¿qué necesidad había de eso? Además, ¿qué podía saber Raúl de todo aquello? Si todos decían que Santa Claus era quien llevaba los regalos a los hogares, debía ser por alguna razón, pues las personas no andan por ahí inventándose cosas.

Así que Jacobo no prestó atención a los cuentos de su amigo Raúl y, según se acercaba la Navidad, decidió seguir a lo suyo y preparar deliciosas galletas junto a su mamá. Las galletas con chips de chocolate eran las favoritas de Jacobo, y estaba convencido de que también le gustarían a Santa Claus.

Ya en plenas fiestas, durante la Nochebuena, el pequeño Jacobo se encontraba muy ansioso. Había tenido muy buen comportamiento durante todo el año y esperaba que Santa le trajera una bicicleta para jugar con sus amigos del cole. Pero eso no era lo único que  mantenía a Jacobo expectante, ya que seguía pensando en la historia que le había contado Raúl, aquella sobre los ayudantes de Santa, y pensando y pensando en ello no podía ni dormir.

Entonces, acostado en su cama en medio de la oscuridad, de pronto escuchó un ruido procedente del salón de su casa, donde estaba el arbolito.

—¡Es Santa Claus! —Pensó Jacobo, y se escabulló de su habitación en dirección al salón.

Desde luego, muy grande fue su sorpresa cuando se encontró con un pequeño gato, el cual bebía del vaso de leche que Jacobo había dejado para Santa. El gatito parecía tener mucha hambre, además de sed, y Jacobo pensó que lo mejor sería darle algo para comer para que no dejara a Santa sin nada. Entonces Jacobo suspiró y le sirvió leche al gato en un recipiente donde pudiera beber mejor. También sacó del frigorífico un poco de pollo que había quedado de la cena.

 

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—No hagas ruido cuando te vayas —dijo Jacobo al gatito—, que puedes asustar a Santa y no me traerá mi bicicleta.

Después el niño volvió a su habitación dejando al gatito con la leche en un cuenco y el pollo en un plato, y las galletas y la leche para Santa Claus de nuevo intactas. Lo bueno de toda aquella sorpresa es que al fin le vino el sueño, y Jacobo pudo dormir plácidamente el resto de la noche.

A la mañana siguiente se levantó un poco tarde. En el salón, tal y como esperaba, se encontraba la bicicleta que tanto quería en un color verde brillante. Pero en medio de tanta emoción Jacobo también pudo darse cuenta de que alguien se había comido las galletas y se había bebido la leche del vaso…¡Sin duda había sido Santa Claus!

Y así tanto Jacobo como sus papás se fueron poniendo muy contentos aquella mañana de Navidad y planearon todo un día entero lleno de actividades. Pero, antes de que el pequeño saliera a probar su bicicleta, se encontró con un papel colocado en una de las ruedas. En realidad se trataba de una carta que decía lo siguiente:

«Gracias por el pollo y por la leche, Jacobo, estaba todo delicioso. Me llevo tus galletas para Santa y te dejo aquí tu bicicleta. Espero que puedas guardar el secreto porque nadie más que tú ha visto como somos los ayudantes de Santa Claus».

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Jacobo enmudeció al pensar que el gato que había visto no era en realidad lo que parecía, sino uno de los ayudantes de Santa Claus que decía su amigo Raúl. Y así, cuando su mamá le preguntó por lo que decía la carta, Jacobo dijo:

—Es Santa Claus agradeciendo mis galletas…, la verdad es que le ha gustado mucho tu receta, mamá.

Jacobo sabía guardar muy bien un secreto, por lo que nunca contó a sus padres lo que había pasado de verdad.

¿Podrás tú también guardar el secreto?

 


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2 Comentarios

  1. Anna y Agustín

    Que hermoso cuento. Gracias! Nos alegro en medio de una fuerte tristeza. Llorabamos mucho.
    Dios los recompense.
    Bendiciones y Feliz Navidad!!!

    Anna y Agus (de 5 añitos)

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  2. Alan

    Muy lindo el cuento, perfecto para las fiestas ✨

    Responder

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