Fábula corta: El murciélago y las comadrejas
Dentro de una remota cueva, en lo más profundo de un frondoso bosque, habitaba un grupo de murciélagos bastante despistados, pues solían caerse al suelo más de lo que es habitual en unos animales capaces de surcar los cielos. En este peculiar grupo de murciélagos vivía uno que sobresalía por su astucia, aunque su falta de precaución a veces le metía en muchos aprietos.
Un día el protagonista de nuestra historia experimentó una de sus caídas, y no fue muy graciosa, pues dio la casualidad de que por allí pasaba una comadreja que estaba hambrienta, y así terminó el murciélago en las garras de este depredador. Pero, incluso encontrándose en aquella situación tan precaria, el murciélago no perdió la compostura y decidió emplear su ingenio como su mejor arma. Suplicó entonces por su vida y le dijo a la comadreja que no podía ser su alimento:
—¡Pero si tú eres un pájaro, y los pájaros son mi alimento natural!
—Pero es que yo no soy un pájaro, ¡yo soy un ratón! —Replicó el murciélago.
La comadreja, desconcertada por aquella afirmación que no esperaba, observó al murciélago con escepticismo. Si no era un ave, entonces no debía comérselo, por lo que decidió liberarlo. Y así fue cómo el murciélago escapó de las garras de su depredador, gracias a su astucia y a su habilidad para adaptarse a las circunstancias.
Tras este pequeño percance el murciélago siguió explorando el bosque y volando en busca de comida y nuevas aventuras, porque alguien lleno de astucia como él no podía mantenerse quieto en un solo sitio, pues sentía que la aventura le llamaba constantemente.
Pero no pasó mucho tiempo antes de que su falta de precaución le llevase de nuevo a ser capturado por otra comadreja.
—¡Odio a los ratones! —Dijo la comadreja—, ¡por eso voy a comerte!
Ante la amenaza inminente, el murciélago nuevamente recurrió a su astucia:
—¡Pero yo no soy un ratón, soy un pájaro! —Afirmó con determinación.
La comadreja quedó perpleja ante aquella tajante afirmación.
—Si no eres un ratón, entonces no eres mi enemigo natural… —Dijo la comadreja reflexionando, dejando al murciélago en libertad.
Por segunda vez, el murciélago había utilizado su ingenio para salvarse, y después de aquello pudo volver con sus amigos murciélagos y apreciar aún más su vida, pero todavía más la astucia que le había permitido salvar el pellejo nada menos que dos veces.
Moraleja de la fábula del murciélago y las comadrejas
La moraleja de esta historia es clara, amiguitos: en situaciones desafiantes, la adaptación es la verdadera clave. Por eso el murciélago, a pesar de sus constantes caídas, comprendió que su ingenio y astucia eran sus mayores aliados, y aprendió así a enfrentar cada desafío con flexibilidad y a utilizar su inteligencia en lugar de depender únicamente de su especie. Y esto es algo que podemos aplicar a nuestra propia experiencia.
En la vida cotidiana, a menudo nos encontramos en situaciones en las que las apariencias o las expectativas pueden jugar en contra, pero esta historia nos recuerda que la adaptabilidad y la astucia son cualidades poderosas que nos pueden ayudar a superar obstáculos y alcanzar el éxito siempre. Por eso la lección es clara: no siempre es el más fuerte o el más obvio quien prevalece, sino aquel que es capaz de emplear su ingenio para adaptarse y triunfar en las situaciones más difíciles.