Leyenda navideña italiana para niños: La Befana | Bosque de Fantasías

Leyenda de Navidad: la Befana

Leyenda de Navidad: la Befana

Leyenda italiana: La Befana

 

Hace muchísimo tiempo, en una tierra muy lejana, tres reyes sabios emprendieron un viaje desde Oriente guiados por el resplandor de una estrella brillante. Estos reyes, conocidos más tarde como los Reyes Magos, se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar. Convencidos de que la estrella indicaba el lugar exacto del nacimiento del hijo de Dios, llevaban consigo mapas e instrumentos de medición para no perder el rastro celestial que les conduciría hasta el Niño Jesús.

Pero un día, en una de las noches de su travesía, mientras se dirigían hacia Belén, el cielo se cubrió de nubes oscuras desapareciendo así la estrella que les guiaba en su viaje. Así, desconcertados y en medio de un encantador pueblo italiano, los Reyes Magos comenzaron a preguntar a los habitantes si conocían cuál era el camino hacia Belén. Primero se encontraron con unos pastores que, lamentablemente, nunca habían salido de su pueblo y desconocían la dirección. Luego preguntaron a unos niños que jugaban en la calle, quienes les contaron que habían visto la estrella que las nubes habían ocultado, pero tampoco sabían cómo llegar a Belén, pues eran muy pequeños para haber viajado.

 

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La desesperación crecía en los Reyes Magos al no obtener respuestas de los pastores, ni de los niños, ni de ningún otro habitante, y así hasta que descubrieron en las afueras del pueblo a una extraña anciana a la que los lugareños llamaban Befana. Algunos la veían como una especie de bruja, porque amaba el bosque y solía salir a recoger frutas y setas, pero la verdad es que se trataba de una anciana de corazón, y…no teniendo a nadie más a quien preguntar, decidieron visitar a aquella famosa Befana.

Melchor, el más anciano de los reyes, se acercó a la anciana Befana y le preguntó si sabía cómo llegar a Belén. Para sorpresa de los Reyes Magos, Befana conocía el camino, pues había viajado en su juventud, y les indicó con precisión la ruta que debían seguir y la cual comenzaba a través de un camino de arena entre los abetos, bifurcándose a la derecha después del bosque.

Agradecidos, los Reyes Magos invitaron a Befana a unirse a su travesía, explicándole la importancia de su misión y que el niño Dios estaba a punto de nacer en Belén. Sin embargo, la anciana declinó la invitación argumentando que debía cuidar de sus animales y plantas y que no podía permitirse abandonar su casa.

Con tristeza, los Reyes Magos se despidieron de la Befana, continuaron su camino hacia Belén y la anciana regresó a su humilde cabaña, aunque pronto sintió un profundo remordimiento por no haber aceptado la invitación. Llena de arrepentimiento, preparó un cesto lleno de dulces para llevar al niño Dios y salió en busca de los Reyes Magos creyendo llegar a tiempo, pero ya era demasiado tarde. Los Reyes Magos se había ido y, a pesar de sus esfuerzos, no logró encontrarlos, así que, muy triste, la Befana decidió que haría algo bueno con los cestos de dulces que había preparado, y los repartió entre todos los niños del cercano pueblo para llenarles de ilusión.

 

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Y desde entonces, cada año, la Befana se une a los Reyes Magos para ayudar en la entrega de regalos durante el Día de Reyes, compartiendo alegría y sorpresas con los niños italianos. El arrepentimiento y la buena acción de la Befana parecía haber llegado hasta oídos de sus majestades, convirtiendo su historia en una hermosa tradición que celebra aún hoy la generosidad y la magia de la temporada navideña.


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