CUENTOS DE ESTACIONES: El esperado otoño de Robli

El esperado otoño de Robli

El esperado otoño de Robli

Cuentos de estaciones: El esperado otoño de Robli

 

Hubo una vez un pequeño árbol llamado Robli que vivía en un precioso bosque. Se trataba de un árbol de hojas verdes brillantes, que se encontraba justo en el centro del bosque rodeado de árboles altos y frondosos en los que ya empezaba a notarse el otoño… ¡Y se notaba en todos menos en él!

Robli siempre se emocionaba con la llegada de una nueva estación, pero de todas ellas la del otoño era la que más le gustaba, pues es en la que los árboles se ponen siempre más elegantes y con colores más vistosos. Robli disfrutaba de lo lindo observando cómo se transformaba todo en un manto lleno de colores vibrantes y cálidos, o contemplando cómo los animales se iban refugiando cada vez más en él para resguardarse del aire fresco al calor de sus mullidas ramitas.

Sin embargo, aquel otoño ya estaba encima y las hojas de Robli no cambiaban de color. ¿Qué podía estar pasando? Mientras los demás árboles del bosque comenzaban a cambiar sus hojas a tonos rojos, dorados y naranjas, Robli miraba con tristeza sus hojas verdes que seguían igual que durante el verano y la primavera, y aquello le hizo sentir muy triste y desanimado.

 

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Pero un día, decidido a encontrar respuestas, Robli llamó al amigo más sabio que tenía, el búho, para contarle cuál era su preocupación y tal vez encontrar alguna que otra respuesta.

— ¡Amigo búho! ¿Por qué mis hojas no cambian de color como las de los demás árboles? ¿Este año no termina de llegar el otoño? ¿Estoy enfermo?—Preguntó Robli tremendamente preocupado.

— El otoño ya está aquí, amigo mío, no hay que esperar más. Sin embargo, no debes preocuparte, pues la naturaleza es sabia y sabe muy bien lo que tiene que hacer —Respondió el búho sabio.

Y tras esto el búho explicó a Robli, con mucha sabiduría, que cada árbol tiene su propio ritmo y que el cambio de color de las hojas no tiene por qué suceder al mismo tiempo para todos, igual que los riachuelos llevan más o menos agua o los humanos no empiezan a hablar a la vez.

— ¡No debes preocuparte! ¡Tus hojas cambiarán cuando llegue el momento adecuado! —Exclamó el búho para terminar.

Animado por las palabras de su amigo búho, Robli decidió esperar con mucha paciencia mientras seguía disfrutando del paisaje, que cada vez era más y más bonito. Y así pasaron los días y las noches y el viento del otoño comenzó a soplar suavemente. Robli seguía esperando, pero lo hacía feliz, pues todo parecía cada vez más mágico y la brisa le acariciaba cada vez con mayor entusiasmo las ramas, aunque sus hojas continuaran siendo verdes como la fresca menta.

Finalmente, un día en que el sol brillaba con viveza sobre el bosque, Robli notó un cambio: poco a poco sus hojas comenzaron a adquirir tonos dorados, marrones y anaranjados… ¡Al fin estaba sucediendo! Y Robli se llenó de alegría al ver que, aunque más tarde que los demás árboles, también él iba a lucir su belleza otoñal.

 

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Desde luego, el bosque se transformó en un auténtico espectáculo de colores con árboles de hojas rojas, verdes, naranjas y doradas como las de Robli, y los animales del bosque se arrodillaron ante él, conmovidos por su belleza, su singularidad y su gran paciencia. Aunque la lección que aprendió Robli aquel otoño fue casi más maravillosa aún, la de que todos somos especiales a nuestra manera y tenemos nuestro ritmo personal en la vida, sin que eso nos reste ni pizca de nuestra grandeza.

Y así fue como Robli continuó siendo feliz en su bosque esperando con entusiasmo la llegada de las estaciones, aunque con un cariño especial por el otoño, claro…, ¡la estación que más le deslumbraba y sorprendía de todas!


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1 Comentario

  1. Renato Chile.

    Hola! Me encanto el cuento, con una buena reflexión del tiempo de cada uno es especial y personal… Muy bello. Gracias infinitas.

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