Un fantasma diferente

Un fantasma diferente

Cuento de Halloween: Un fantasma diferente

 

En un tranquilo pueblo rodeado de altas y tenebrosas montañas, vivía un fantasma muy particular llamado Casperito. Y es que, a diferencia de los fantasmas que asustaban a la gente, Casperito solo se dedicaba a hacer travesuras divertidas y a jugar con los demás niños del pueblo, que ya le conocían y le veían como a uno más de la pandilla. A Casperito le encantaba hacer reír a los niños, pero aquella actitud había hecho que ya no sintiesen miedo por nada y que la noche de Halloween perdiera toda su magia.

Así, un día Casperito decidió preparar una auténtica fiesta de Halloween en su vieja casa abandonada, con permiso de sus padres, e invitó a todos sus amigos del pueblo a que acudiesen. Estaba decidido a recuperar ese espíritu tenebroso que debe tener una noche de Halloween y una auténtica casa de fantasmas, con el objetivo de que sus amigos lo pasasen de miedo.

 

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La noticia de la fiesta de Casperito se propagó rápidamente por el pueblo y los niños se emocionaron mucho con la idea. ¡Hacía tanto que no les daba miedo algo que ya no sabían qué hacer! Todos sabían que Casperito era un fantasma muy amable, pero confiaban en que supiera mejor que nadie lo que era una buena fiesta de Halloween, por lo que no dudaron en ir.

Casperito trabajó mucho durante días elaborando galletas con forma de monstruos, adornando todas las estancias con luces tenues y muchas arañas, agregando música espeluznante a sus listas de reproducción…Todo iba a ser fantástico, así que estaba seguro de que sus amigos se morirían de miedo, y, cuando por fin llegó el día, todos acudieron puntuales y disfrazados de brujas, vampiros y fantasmas, aunque más aterradores que Casperito.

Casperito había planeado muchos juegos para la fiesta, como una búsqueda de tesoros espeluznantes o un concurso de baile de ultratumba, pero como era muy torpe y enseguida se tropezaba con su sábana blanca, tan solo conseguía hacer reír a carcajadas a sus amigos. Entonces, y para poder sentir un poco de miedo de verdad, algunos niños propusieron contar historias terroríficas que conociesen, y Paula, la mejor amiga de Casperito, fue la que quiso empezar:

— Una vez mi hermana mayor me contó una misteriosa historia sobre una muñeca antigua que tenía en su habitación. Decía que la muñeca tenía poderes mágicos y que podía moverse por sí misma en medio de la noche, aunque yo no me lo creía. Sin embargo, un día fui a verla mientras dormía para ver si era verdad, y cuando entré en su cuarto vi a la muñeca de pie, al lado de su cama, mirándola fijamente con sus ojos de vidrio y riéndose de manera tenebrosa… ¡Nunca más volví a entrar en su habitación después de eso! —Terminó Paula, con cara de haber triunfado con su historia.

— ¡Vaya, qué miedo!—dijo Juan, otro de los niños del grupo—Pues ahora contaré yo la mía.

Pero justo cuando Juan iba a empezar a contar su historia tenebrosa, Casperito apareció detrás de ellos con una capa de vampiro, una peluca del revés y unos colmillos que le bailaban en su boca desdentada, haciendo que todos se partieran de nuevo de la risa. Entonces, los niños, que no podían más del dolor de tripa de tanto reír, se abrazaron a Casperito y le agradecieron el haber organizado una noche tan divertida, como siempre solía hacer. ¡Sin duda era un fantasma único y diferente!

 

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Casperito, por su parte, que había fracasado de nuevo en su intento de asustar a sus amigos como el fantasma que era, se disculpó por ser tan torpe y prometió hacerlo mejor el siguiente Halloween. Lo que no sabía Casperito era que lo importante de verdad es compartir con los demás momentos especiales, y de eso él sabía un buen rato. Y es que, hasta en los momentos más oscuros, siempre debe haber espacio para la risa…

 

https://www.youtube.com/watch?v=PtFh6xbhs6A


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